domingo, 17 de marzo de 2013

Sueños de agonía o el peso de la conciencia


No dormí pero soñé vientres distorsionados.
Tu madre cargaba un engendro y una chica se sentaba a tu lado.
Tus amigos eran mis amigos. Pinceles, calles, aceras, escaleras rotas.

Aun tu madre sonreía pero me tomaba de la mano.
Las antiguas compañeras de colegio y yo nombrándolas.
Tres, cuatro, no se la cuenta, y por fin me soltaba la mano
llegaba al patio de la casa de un vecino,
más vientres distorsionados.
El engendro fue suelto bajo el árbol de pomarosa 
y yo dejada en soledad.
Siempre el bus tarda, siempre se hace de noche.


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