viernes, 30 de noviembre de 2012

Mierdas sin sentido

No me disculparé porque esto es lo que quiero decir

Y a medida que pasan los días y se turnan las semanas del encuentro
yo sufro pequeños desniveles mentales, que me generan estados catatónicos
cuando entra la presión por mis orejas y me produce nauseas.
repaso a medias cada hotel y sus detalles.
Luces artificiales y naturales, incluso luces generadas por el sudor
que parecen arcoíris electrificados enmarcados con semen.
La fuente de la Plaza Bolívar y la gente que predicaba vanalidades,
mierdas sin sentido.
Yo me quejo siempre de todo, pero sigo caminando y lo olvido.
Olvido muchas cosas: puentes, fotografías, horas, números telefónicos,
fechas de entrega, cumpleaños, nombres y hasta del bus que debo tomar a casa.
Alucino erotismos, ataduras, cabellos y barba;
el golpe de un pene en el último burdel dentro de mi vagina.
Pero termino agarrando mi cabellera
para no perder las hebras que podrían ser secuestradas
por unos de esos extraños-apáticos clanes de boodoo que beben sopas de aves
y terminan por creer que tienen la verdad absoluta del universo ancestral.
Y a todas esas no se de que iba, ni siquiera se colocarle titulos a las pajas que escribo;
pero lo bueno es que me pierdo
dejando en apertura, de forma muy incoherente lo que viene despues,
contradiciendome cada dos llamadas -porque hasta para eso debo tener orden-.
El resto son sensaciones moldeables que le regalo al tipo que me coje una vez por mes.



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