domingo, 4 de abril de 2010

Para: el ángel cualquiera

Con que gracia flotas
ángel fugaz
desde las alambradas caídas,
puedes pasar.
El que vino a verme aquella tarde
no ha vuelto desde que me susurraste escarcha,
desde que soplaste en mi cabello,
se fue.
Vacía quedó mi habitación de la tempestad,
el sueño volvió a su cause
y mi corazón no cae de muerte,
de miedo,
de temblor.

1 comentario:

Alvaro Ithurbide dijo...

Me encantó este poema, el abandono, la resignación, pero todo bajo una aura como de cuento de hadas... o al menos es la impresión que me dió. Felicitaciones y gracias por fijarte en mis humildes cuentos. Besos!