jueves, 14 de enero de 2010

Para el chico de la yerba

Aunque lleves sombrero. Aunque no quede vacio. No es esto ninguna respuesta, es sólo el sonar de las cucharas en la mesa y las canciones apagadas que abren los recuerdos. Y vuelves, espero que sea para quedarte.


Un luengo camino nos llevó
entre las risas y el sol
por la orilla de la playa.

Podíamos ver, a pesar de ello,
entre montaña y montaña todo nuestro alrededor.

Tu risa draconiana hacía eco entre las olas
que aspiraban tus pies de Hobbit escapado de un libro de cuentos para niños.

Tus dotes jacarandosos emanan luces y muecas
que descubren tus secretos y mentiras piadosas.

Chico de yerba, me trastornas la paz
aún en el paraíso.

Palurdo.
No dejaras de ser quien eres
Estas lejos de personalidades ensayadas y retraídas.
No me llevas de la mano porque no somos de "esos".

Vamos con nuestra botella de vino
durante tres días, trago a trago
sin vasos ni lujos.

Tanta procacidad escondida en la noche que llega
entre el humo constante de tus cigarros,
entre el vino que moja tu lengua y se mezcla con mi saliva.

Esta mirada que piensa en tu perfección
no puede parpadear otra cosa que la tontería del amor.
Hoy no eres más que el garabato de mi frustración,
quien prolonga mis angustias,
quien no me deja dormir.

Hoy eres de quien me escapo siempre en dirección contraria.
Gracias por venir!

2 comentarios:

Alejandro Cabrol dijo...

Trae un par de pistolas en los ojos
ese arco de acero brillante y filoso
una paz de distancias
de abrazos y de caricias
que se guardan en palabras rebotivas
entre los pliegues últimos,
los cercanos al silencio...

María Góngora dijo...

Jo, luza, que poema me has dejado!!
aunque a mi en este caso me encanta que me llame loca, casi sólo se lo permito a él. cosas de la vida!!

Quiero verte positiva, eh??

besos, amiga.