El suicidio no se conjura sobre el retrete de un café,
se requiere un laberinto auto-adquirido de conflictos intelectuales,
banales, fantasmas, miedo al fracaso,
y un montón de razones que a otros no es más que un saco de estupideces.
Entonces también llega a entrar la opinión ajena…
¡qué razón absurda!, igual no es una invitación grupal a morir.
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