domingo, 29 de enero de 2012

El encierro...

Sufría de un trastorno de doble personalidad y por el temor a volverse loca, decidió quitarse la vida. Se llenó los bolsillos de piedras y se ahogó en el río de la montaña.
Entre el caos, el orden, el vicio, comenzó a odiar sus ciclos. Le agobia la hipocresía, la mentira.




"Más vale un minuto de vida franca y sincera que cien años de hipocresía."
 Ángel Ganivet (1865-1898)


P.D.: Me voy a la montaña.

sábado, 28 de enero de 2012

3

La chica de paso/ la del centro/ la del drama
la de turno/ la insoportable/
La Reina
.
El chico sin rumbo/ el complejo
el de turno/ el alérgico de provincia/
El Bufón

viernes, 27 de enero de 2012

La tarde del viernes no tiene mayores detalles

"Chaque mois se joue dans des cycles différents/ C'est marrant, ces remous
Qui m'animent à travers le temps, d'un état à un autre/ J'oscille inexorablement
Par les temps, je cours à l'équilibre..."


Le mentí, no eran 65 lunares. Conté sus marcas de mujer joven en búsqueda de refugio.
Mentí, no eran seis meses sin tacto, y jamás leí completa sus letras ni cartas hasta el día del cartel rojo.
Mentí al decirle que su pecho era suave y que sus muslos me hacían suspirar al chocar contra mi pelvis de paranoico, contra mis dientes torcidos.
Usé las mismas citas, poesías  y canciones para ella y para las putas de la calle frente al teatro abandonado del centro... parte del consuelo a la soledad.
También las usaré en Buenos Aires...

Lo supe la mañana del viernes en la mesa, con el jugo, las servilletas marcadas con huellas dactilares en grasa y sus ojos tras los cristales, ella también lo sentía. Le fait est que l'effet se reflète.
No hubo amanecer abrazados. Ni vinos, ni poesías. Entonces la besé en las escaleras, con la lámpara casi quemando los cabellos sin lavar y el espejo mostrando la espalda. El ambiente de enero y la almohada en la mano izquierda: recordé el día que dijo "ven" y caí en cuenta que no sentía nada.
La tarde del domingo sólo trajo ese detalle.

A las chicas que me gustan, porque hablan francés... y se tragan los mosquitos del café. Et aussi pour mon amour.

miércoles, 25 de enero de 2012

2

Ella le daba paraguas de barro
también de cartón y prensa
para leer en los días de lluvia
tener olor
y empaparse de discusión.

Luz, carne, medias húmedas
vegetales, esculturas, fotos
tan cosmopolita, tan ...

Tuvieron lluvia, café y cigarros
"prohibido fumar"

-

Las putas ganas de la compostura 
al inicio del bigote/techado y ordenado/amaestrada la baba 
para no chorrear/ mala educación sería/sin poesías 
para la lengua/tragarse hasta la cera de los oídos/por un beso suave en el cuello
.
.
.
cuantas veces puta en su falta de bigote
.
.
.
¿Cuantas veces?

martes, 24 de enero de 2012

...

Si tuvieras barba mon petit garçon
de vez en cuando te llevaría a pasear,
no por el aire, no por el tiempo, no por la poesía,
sí por los hoteles, sí por el sofá, sí por la realidad.
Cantaría "lalala" y haría bebidas de sobres
para ahorrar el tiempo y decir una mentira.
Me quedaría al desvelo para descubrir como duermes,
el hilo transparente que sale por el costado de tus labios.
Dejarte creer que me has conquistado
y volver a casa
mon petit garçon
... dejarte creer.

lunes, 16 de enero de 2012

El Fracaso

J'aimerai voir notre echec, face à face un beau jour, detailler sa personne, en cerner les contours. (L' éche)

 
...
Y es que darse cuenta de los errores no es más que humillar 
la redundancia de los defectos.
Sonreírle a los fracasos, 
echarse en el suelo, junto a ti.
Sin saber tocar ni un instrumento o decir que aprendes la guitarra
Decir un par de palabras en otro idioma
Beber el alcohol ruso.
 
París te hace bien,
el frío te hace bien.
Esa angustia tuya con los libros
¿Te lo he dicho?
Te extraño.
 
Tiersen no se pregunta si te lo he dicho, 
pero se va con  comptine d'un autre été: l'après-midi
a cualquier pared blanca donde estuvimos charlando un buen rato.
 
El fracaso no estuvo en el espejo, o en el mueble con el perro debajo de él,
El fracaso fue encontrarte y despedirte,
La belleza del fracaso, que se humillará al verte regresar.
 
(Te extraño amigo J. Antoine)

jueves, 12 de enero de 2012

12/01/2012

Este maldito ambiente cromático de su holograma sobre mis senos planos
como las flores de LSD en mi lengua.
Te alucino, te diluyo, te estrangulo con el órgano sexual de mi boca…
[La imaginación diaria del mueble mon amour]

El enredo del cabello, la sangre vertida de los muslos a los tobillos,
las agujas ahogadas en el café de la mañana, 
el retrato de Kaoru, la Lola de Noir Desir y La Bohème de la Piaf sirviendo el vino, 
las lámparas baratas y el bus elegido… 
y si el bus no sale ¿Quien te servirá la copa Milord? A l'espoir qui nous tiens.
[La imaginación nocturna de la cama mon amour]

Et toi, ici, ici, ici… con la boca suspirando el polvo de las caderas: l'hallucination, des couleurs, la lumiére, l'amour, a ton étoile.
                        [La imaginación-no-siempre mon amour]
Y finalmente:  Dans l'attente Milord

lunes, 9 de enero de 2012

Pequeñas expectativas

He rezado, reído, llorado,
  rezado
para que seas, tú,
la chica de la defectuosa naríz,
y la risa que cruza las esquinas.
              Linda voz al teléfono
¿Suena igual en persona?

He soñado que te sacas la blusa dormida
dormida obligada porque trabajas mañana
temprano
pero he rogado, porque

seas la de los poemas sin sentido,
y que al mirar las fotos
insinúes algo con la frase:
                 "dime que no eres tú el calvo de la derecha"
he reído...
             ¿Qué insinúas?
             No, no soy el calvo de la derecha...
Lamento el desorden para escribir, así soy en persona

martes, 3 de enero de 2012

Son las seis y dos... y es Martes

"J'ai douté des détails, jamais du don des nues..."

Mordiendo mis restos entre las piedras
y raíces
Mientras el enterrador pisa mis talones
y me dice suavemente: ¡Déjese caer!
Le sonrío con la tierra entre las fosas nasales
sacudo las pestañas
así como los gusanos de mi mejor traje para la ocasión
El sol hace una entrada entre el cabello largo
y las pequeñas orejas de él.
Parece tener compasión ante la distancia
entre mi columna y borde del agujero.
Se disparan los aullidos de las aves
al caer contra el suelo con las cabezas ensangrentadas
al recibir el golpe del enterrador
que comienza a dejar caer las gotas de su sudor en lo que queda de mis piernas.
Peleo fuertemente por devorarme sin paciencia.
Un espejo invisible,
¡Yo!
Que soy ave, enterrador, gusanos, tierra y asfixia,
para desistir de mi y dejar crecer las yerbas

domingo, 1 de enero de 2012

Delirio de Cotard

Hubo un tiempo en que mi afán de beber libros se hacía tan extensa que decidí entonces comer las velas con el aire, encerrarme en el baño y secar los labios.
Me hice selectivo y brillante (suena “Nada del mundo Real”: “única vida…”) entonces comencé a asustarme de mi capacidad de dejar los lápices en las cajas de zapatos, y el piso de mi habitación, sucio, cada día más sólo para leer.
La claustrofobia se hizo apacible, me saludaba y me dejaba entrar; así terminaba con el cuento de la respiración y los ejercicios.
Inconcientemente me hice delgado y ciego, efecto de la búsqueda de letras pequeñas que por error tienen algunos libros de pequeño formato.
Los rastreros se sentaban al borde del inodoro vestidos de traje y sombrero de Bombin. Me hacían el festín de llegada y sus hembras servían el coctel.
Me armaba en mi cojín de porcelanato, azul y cemento, y comenzaba la lectura silenciosa. Era como un acto místico entre el cesto de la basura, el olor desagradable y la increíble capacidad de aquellos espectadores para escuchar mi lectura mental, donde posiblemente cada uno de nosotros era un personaje.
Sereno pasaba del asesinato al suicidio, a la poesía, de época en época, de trajes y género. Descubrí más de un misterio, me enamoré de más de una mujer poco hermosa, escuché la música en blanco y negro, hablé tantos idiomas.
Cuando llegaba la hora de encender las luces, no notaba que existía la electricidad, y que mi madre gritaba fuertemente buscándome. Ella no me encontraba hasta luego de un rato, cansada, sin pensar que estaba a sólo dos puertas de la cocina.
Ya la comida fría, andaba entre un capítulo que la hacía poco interesante, y la dejaba pasar.
No llegaba el fin hasta que trágicamente mi mano derecha sentía menos peso, y la izquierda empezaba a llevárselo temerosa de los acontecimientos por venir. Se regeneraba mi claustrofobia, la sensación de las papilas gustativas, y de nuevo temblaba hambriento.
¿Ahora que leeré?
Me transformaba en autista, recreaba las escenas de los libros y miraba la biblioteca repetitiva. Ya unos están en mi memoria, otros, en la del olvido por no satisfacer.
Ahora sufro la ansiedad de nuevas historias, la abstinencia. Mis espectadores se encontraban patas arriba, tan pequeños, tan desnudos, y las copas ¿Donde están las copas?...
Delirio. Se encienden las luces.